La historia de Alexis, el adolescente autista que recibe reconocimiento por su excelencia académica
El viaje hacia el mundo del autismo de Nury Castillo, una madre de familia quevedeña, empezó hace un poco más de trece años, cuando su hijo, Alexis Soto Castillo fue diagnosticado con esta condición.
Desde el comienzo, presentó grandes dificultades. Lo primero que notó fue que su hijo parecía muy callado, apagado para su edad, en ese entonces dos años.
A medida que pasaban los días, ella reconocía más “signos de alarma” del autismo, como retrasos del habla, y otros.
“Uno como madre ve las manifestaciones en ellos diferente. Él no manifestaba las expresiones de mamá como los otros niños, entonces empecé a preguntarme qué era lo que pasaba, ya tenía dos años y no dice mamá”, recordó Nury.
Poco conocimiento de la condición
El reto más grande en ese tiempo fue el diagnóstico. En Quevedo no había quien le pudiera decir qué le pasaba a su hijo.
Se trasladaron a Guayaquil donde los médicos le dijeron que era autismo y deficiencia auditiva. Tanto Nury como su esposo creyeron que se trataba más de lo segundo.
“En un oído era totalmente definitivo y en el otro sólo con el 35%, entonces ya no había reversa”, dijo.
Todo cambió de repente, un giro de 180 grados que no sólo influyó en la vida de Alexis, sino en toda la familia. No era lo mismo una tarde de diversión en una piscina con un hijo que tiene que estar pendiente de los cuidados.
“Pero yo soy creyente que el primer médico es Dios y lo puse todo en sus manos, cuando el niño tenía unos 5 años, resulta que el oído que tenía pérdida total, estaba curado, él usaba audífonos, ahora sólo usa uno”, comentó.
A los cinco años
Sin embargo, a raíz de los cinco años seguía con el mismo comportamiento, “ellos son personas inocentes, no tienen malicia, empecé a observar signos que no eran normales”, dijo.
Una persona especializada en terapia les advirtió que podía ser asperger o autismo, entonces viajaron a Guayaquil.
Alexis estaba en la lista de espera del Hospital de Neurociencias; al año, los exámenes médicos confirmaron lo que ya se sabía: sí, era autismo.
Camino a casa lo único que Nury pensó es que “era culpable de lo que había pasado, buscando explicaciones. Es el sentimiento de toda madre al traer un bebé con esas condiciones, te sientes como que has hecho mal, son tantas sensaciones a la vez”, recordó.
Investigó, y comenzaron las horas de terapia para Alexis. No podía darse el lujo de tomar una decisión equivocada. El futuro de su hijo dependía de eso.
Su desarrollo en el colegio
En el colegio pasaron procesos grandes, fue un reto difícil porque los docentes (en lo público y privado) no eran formados para enseñar a un adolescente con autismo.
“No estamos preparados para tener un niño así”, escuchó repetidas veces en la lucha para conseguir un cupo. Optó por instituciones particulares donde Alexis comenzaba a notar rechazo.
El primer proceso fue la adaptación de sus compañeros, pero no funcionó, ante el desconocimiento, Alexis era víctima de bullyng, llegaba a su casa con moretones, y recibía mofa todos los días. Nury desesperada decidió cambiarlo.
En el segundo lugar, fueron las mismas escenas, parecía que nada iba a cambiar hasta que en la Unidad Educativa Abdón Calderón (Uepac), los directivos y docentes se comprometieron en prepararse para recibir a un niño así, con esa condición.
Alexis en un ambiente diferente comenzó a mostrar sus capacidades, por fin consiguió la estabilidad que no tenía en los demás colegios y compañeros que pudiera verdaderamente compartir.
Sus maestros reconocen su habilidad para las matemáticas, descifrar rápidamente las operaciones como una calculadora, tanto así que ha sido exonerado en varias pruebas.
Ahora, en el último proceso de bachillerato, por su excelencia académica, será reconocido por parte de la institución, y está próximo a realizar el curso propedéutico para ingresar a la carrera de ingeniería en sistemas en la Universidad Ecotec.
Su madre, Nury, le da un mensaje a todas las madres que están en el proceso de un niño con autismo: “Que tengan fe, crean en Dios, que siempre abre una puerta, que al final del camino hay una luz, no pierdas la paciencia y no te sientas sola, busquen ayuda, les aseguro que todo va a marchar bien…”. (EHL)
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